SÉ UN ATLETA

Centrándonos en el método que rige en las salas de fitness, donde se entrena con un sistema más orientado a la cultura física -aunque la mayoría de los usuarios no lo sepa y no sea lo que busca realmente- en la que prima casi exclusivamente la búsqueda de la mejora estética, vamos a ponernos un poco críticos con esta situación.

No siempre fue así: en otros tiempos, no valía solo con estar grande y definido, tenías que ser tan poderoso como parecías. Y aquellos forzudos, además, a menudo podían desenvolverse con eficacia en otros deportes o actividades. Tal como lo veo, el sistema era más lógico, el entrenamiento buscaba una mejora en el desempeño atlético y el resultado era una mejora notable de la apariencia física. La llegada del culturismo acabó con ésto, si bien es verdad que los primeros (estamos hablando de tan atrás como principios del siglo XX, que tengamos noticia y fueran conocidos), aún estando mucho más orientados al máximo desarrollo muscular -ya más hacia los años 50- eran verdaderos atletas, gente muy fuerte o con una capacidad física general respetable.

Os voy a contar mi propio caso:

Hace bastantes años, como tantos otros, durante mucho tiempo me consideré «culturista», buscaba trabajar cada músculo y conseguir desarrollarme al máximo, dentro de mis posibilidades. La filosofía típica era -y sigue siendo en esos círculos- que hay que sentir el músculo, aislarlo  y que el peso no es lo importante. Se supone que no había que pensar como un levantador. El juego iba sobre la apariencia, no sobre cuánto levantabas. Bien, personalmente, nunca me sentí cómodo con ésto. Recuerdo un comentario del monitor del primer gimnasio donde entrené, hace muuuucho tiempo, durante el primer año. Era competidor y dijo una vez:

«A mi, si me dicen que haciendo curl concentrado con una mancuerna de 6 kilos, gano 3 centímetros de brazo, firmo ahora mismo».

Podréis pensar que habría que ser tonto para no aceptar y que cualquiera desearía lo mismo. Pero es que el mensaje era que LE DARÍA IGUAL LIMITARSE A MOVER PEQUEÑOS PESOS EN GENERAL, CON TAL DE LOGRAR SUS OBJETIVOS CULTURISTAS.

Este competidor, como tantos otros, era un fiel seguidor de la pura congestión. Y, aunque para mis ojos de novato, él en aquel entonces movía grandes pesos en determinados ejercicios, con el paso de los años me di cuenta de que eran kilajes normales al alcance de cualquiera que entrenara en serio. Y, desde luego, estaban lejos de lo que podría esperarse de alguien de su tamaño (lo que nunca me contó, ni él ni tantos otros, era lo que hacía aparte de entrenar y dieta). Pero, como se suele decir entre culturistas: nadie va a mirar con cuánto haces press de banca o sentadilla en el escenario; o, para el «culturista» de playa: cuando estés en bañador.

¿Estás contento con ello? ¿Realmente cubre tus necesidades? Estupendo entonces. Sinceramente, yo me sentí decepcionado. Por supuesto que me importaba la estética, pero siempre he esperado algo más del entrenamiento. Siempre he admirado las proezas y la fuerza sobrehumana. Y de paso, las habilidades extraordinarias. Uno de los mejores referentes que se me ocurren es la gimnasia olímpica. ¿Habéis visto qué físicos? Creo que cualquiera con aspiraciones más estéticas que gimnásticas, estaría encantado de conseguir algo así y generalmente no llegan ni a acercarse. Pero es que además, estos atletas tienen unas capacidades que se salen de lo normal. Yo no pretendo llegar tan lejos, el mensaje que quiero transmitir es que, para mi, es mucho más valiosa una apariencia espectacular, pero que sea FUNCIONAL, que ser un simple figurín. No, no hace falta ser gimnasta olímpico para ello, pero se pueden reunir un mínimo de habilidades y tener condición física real.

Ahora que está tan de moda lo espartano, el héroe clásico, el superhéroe… ¿Irreal? ¿Infantil? No nos confundamos, no pretendo volar, ni echar fuego por los ojos (aunque esto último he estado a punto, cuando alguien está ocupando una banca y charlando y veo que la media es una serie cada 20 minutos).

El hecho es que parece que tienes que resignarte:

-o a ser un puro levantador, mover muchísimo peso y ser realmente fuerte, pero estar más bien gordinflas, en ocasiones…

-o a ser un culturista, tener una apariencia que destaque enormemente de cualquier otra persona, incluso deportistas, pero realmente tu capacidad no haga justicia a tu tamaño y estriaciones.

Y si ya entramos en el acondicionamiento y la capacidad de llevar a cabo cualquier tarea física que se salga de mover peso con buena técnica -o sea, lo que dominamos en el gimnasio, los ejercicios que conocemos- la vergüenza es absoluta.

Ocurrió que, un día, me cargué al hombro una caja de leche de 12 unidades. Un pesito ridículo, nada del otro mundo para alguien que hacía press militar con al menos 6 veces esa carga, peso muerto a piernas rígidas con más de 200 kilos, etc. Y todo ello a repeticiones, no a una máxima. Pues ¡me hice daño! Una contractura a la altura de la escápula, que me ha acompañado durante muchos años. Me sentí miserable, ¿no estaba fuerte? Con mi aspecto y los pesos que manejaba en el gimnasio, algo tan absurdo como levantar una caja de leche del suelo, podía lesionarme? En unos días se curaba, pero cada vez que le requería algo fuera de lo normal: empujar un coche, coger en brazos un crío… sentía molestias. Lo curioso es que, entrenando, no me dolía. En mi defensa diré que nunca me convenció entrenar solo para la pura congestión, nunca descuidé el entrenamiento serio de fuerza y siempre quise levantar todo el peso que fuera posible. Mi entrenamiento estaba basado en ejercicios básicos y pesados. Aún así, a pesar de no trabajar del todo de manera típicamente culturista, conseguí el aspecto que buscaba.

QUERÍA ESTAR FUERTE DE VERDAD, NO SOLO PARECERLO.

El hecho es que me di cuenta de que parecía que solo era fuerte y eficaz en el gimnasio, en los ejercicios que siempre hacía y en los que dominaba la técnica. Pero, al salir al MUNDO REAL, tampoco es que de repente no sirviera para nada, pero ALGO FALLABA. Era bueno entrenando la fuerza, pero no tanto a la hora de expresarla. ¿Cuántos de vosotros os habéis sorprendido siendo retados a «echar un pulso»? (Cosa a la que he procurado negarme siempre, entre otras cosas porque me hacía daño y quien quiera espectáculos, al circo). Y ver que alguien aparentemente débil, te gana con facilidad. O cualquier trabajador manual, un obrero, alguien del campo… que no aparenta ser gran cosa, pero tiene unos antebrazos terribles y puede agarrarte y zarandearte como si fueras un muñeco de trapo. FUERZA REAL.

Lo más bochornoso era que , a pesar de que también hacía muchos estiramientos y nunca dejé de lado el «cardio» tal como se le consideraba en aquella época (y sigue así para muchos): hacer bici, correr y cosas parecidas, entre 40 minutos a 1 hora, mínimo tres veces por semana, trabajos como llevar una compra pesada una distancia un poco larga, transportar muebles y actividades similares, hacían que me faltara el aliento y ponían en evidencia la poca «caja» que tenía. Por no hablar de mi pobre agarre (hacía peso muerto con muchos kilos, pero con correas).

En definitiva: ¿de verdad estaba fuerte? ¿Estaba en forma? ¿Era éso lo que esperaba conseguir, al margen de tener buen aspecto, cuando empecé a entrenar? La respuesta, por supuesto, era NO.

Obviamente, algo se me escapaba. De hecho, con los años he ido viendo que se me escapaban varias cosas muy importantes, ojalá hubiera sabido entonces todo lo que sé ahora, pero nunca es tarde. No se puede volver atrás: puede que habría evitado lesiones, temporadas de estancamiento, puede que habría conseguido mejores resultados, o más rápido. Lo importante es ponerle remedio y seguir. A día de hoy, desde luego no es el momento en que más fuerte estoy, ni más peso levanto. Ya no tengo 25 años, aunque nunca he querido esconderme detrás de la edad, ni de ninguna otra circunstancia: TRABAJA CON LO QUE TIENES HOY y no pierdas el tiempo en quejas inútiles. Ahora tengo otras prioridades, especialmente mantenerme sano y poder seguir haciendo ésto todavía por mucho tiempo, lo que no significa que no siga entrenando duro y a un alto nivel. Hay vida y fuerza después de los 40.

Lo cierto es que, con mi edad, estoy más en forma que nunca y, a nivel general, tengo más capacidad física que nunca. Tal vez no destaque extraordinariamente en nada, pero soy perfectamente válido para hacer casi cualquier cosa. Y, sobre todo, insisto: conservo la SALUD. Por desgracia, en el mundo de la competición, el aspecto que uno tiene suele ser inversamente proporcional a la salud de que disfruta. Debería dar que pensar.

¿Cómo me veo a mi mismo en la actualidad? Ya no me considero un culturista. Llámame pesista, levantador, atleta de fuerza… Son etiquetas, ¿qué más da? El caso es que no me limito a ello, puedo correr y esprintar, saltar sin romperme las rodillas, cargar pesos y transportarlos sin hacerme daño…

Hay que SER UN ATLETA.

En otro artículo explicaré QÚE ES LO QUE SE ME ESCAPABA en los inicios y cómo debería ser un buen entrenamiento, que cubra todas las necesidades y que sea sano. También haré una guía de cómo diseñarlo en líneas generales.

1 comentario en “SÉ UN ATLETA”

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